Tras lo vivido en Monterrey

Los mexicanos estamos de luto, tantas cosas están pasando en nuestro país que cada día nos cuesta más encontrar nuestro centro.

 

Quizá para muchos, como para mí, lo que más nos tiene en shock fue lo sucedido en Monterrey esta semana. Es algo sin precedentes en México, tristemente no así en el mundo.

 

Antes de continuar, quiero ofrecer mis condolencias a la familia de la maestra y de los niños involucrados en el ataque, así como a los padres de Federico.

 

Siento que se me paraliza y se me cierra la garganta de sólo imaginar el dolor que están viviendo en estos momentos. En verdad siento mucho la tragedia por lo que están pasando.

 

Como sociedad estamos alarmados, llorando en silencio, en especial papás y mamás nos sentimos apanicados de sólo pensar ¿y si esto sucede en la escuela de mis hijos?

 

Ese miedo nos lleva a buscar el control y encontrar medidas de contención, el miedo nos hace juzgar y opinar generando cada vez más miedo que nos aleja del amor.

 

Sin embargo, la respuesta no está en el miedo pues éste origina todo lo que no queremos. La solución tampoco es ser más rígidos ni imponer nuestra fuerza como adultos. La respuesta está en nuestros corazones, en volver a nuestra esencia como padres y madres para CONECTAR con nuestros hijos.

 

Todos los seres humanos tenemos la necesidad básica de sentirnos conectados con los demás, por eso tenemos amistades, amores e hijos. Buscamos interactuar con el otro de manera que podamos percibirnos a nosotros mismos.

 

Estamos viviendo un momento de cambio muy importante en la era de la tecnología y la comunicación, en la que encontramos una conexión desconectada a través de las redes sociales y de todas las fugas que nos dan una recompensa inmediata, un rush de dopamina, como los likes y los comentarios que podemos ver a través de nuestros aparatos móviles. Sin embargo, todos estos son sólo estimulantes externos que perseguimos con frenesí para evitar el gran vacío y dolor que sentimos por dentro.

 

Y es que en aras del capitalismo y de una cultura, donde el valor está en tener y no en SER, hemos perdido la brújula y olvidado que la felicidad que buscamos se experimenta de adentro hacia fuera y no al revés.

 

Eventos como el de Monterrey nos hacen reflexionar a todos. Sentimos la preocupación de la gente y momentos así pueden ser un parteaguas en nuestra sociedad para hacer una pausa y reflexionar ¿qué nos llevó a este punto? ¿Por qué cada día incrementa más la violencia infantil?

 

Los niños necesitan saberse vistos, amados y escuchados, necesitan sentir que tienen un lugar en el mundo, que está bien SER ELLOS, ser quienes vinieron a ser, no quienes nosotros queremos que sean.

 

Los niños aprenden cuánto valen, quiénes son, cuál es su lugar en el mundo y qué tan seguro es su entorno a través de nosotros, de los cuidados que les damos y del tiempo que pasamos con ellos. Todo esto hace que se sientan COENCTADOS con nosotros.

 

Los niños necesitan nuestra presencia consciente pues no hay nada que valoren más que el tiempo de calidad que les damos que, al final del día, se traduce en amor.

 

Por eso, tras lo sucedido en Monterrey no necesitamos ser más rígidos ni imponer una disciplina más severa sino aprender a conectarnos con nuestros hijos, reach their hearts. Necesitamos que se sientan reconocidos y aceptados plenamente por nosotros, sus padres, su fuente de alegría, su sustento, el espejo en donde verán su reflejo y a través del cual aprenderán que son amados, respetados y dignos de atención. Lo que ellos crean que son es lo que podrán dar y luego recibir.

 

Mantener el canal de comunicación abierto con ellos depende de nosotros, y la manera principal para lograrlo es amarlos por quienes son, es tener el corazón tan abierto que podamos reconocer la divinidad en la individualidad de esas personitas maravillosas que nos han escogido para guiarlos, contenerlos y darles el espacio para que se conviertan en quienes vinieron a ser.

 

Educar a través del amor es buscar entender las razones y las emociones no resueltas  detrás de su “mal comportamiento”.  Se logra conectando con humildad y la genuina intención de apoyarlos sin juzgarlos, condenarlos ni humillarlos sin importar lo que hayan hecho.

 

Para mantener el canal de comunicación abierto con nuestros hijos y que no tengan la necesidad de buscar esa conexión fuera del hogar, tenemos que lograr que ellos sepan que cuentan con nosotros siempre. Cuando crezcan ese hogar será su propio corazón y habrán aprendido el camino a casa a través de nuestro amor.

 

Este es el momento para que reflexionemos sobre dónde están nuestros valores y nos cuestionemos si vale la pena buscar afuera lo que estamos dejando ir adentro.

 

 

Nuestros hijos cuentan con nosotros para enseñarles que son suficientes y que la felicidad nace de adentro, de SER y no de tener.

 

Es momento de elegir el amor ante el control, de conectar y guiar en vez de regañar y castigar. Conectar y guiar expande, controlar a través del miedo, con regaños y castigos contrae, anula, limita y aísla creando un gran vacío en los niños que buscarán llenar a toda costa por el resto de sus vidas.

 

Si nosotros fallamos en llenarles el tanque de amor y respeto, si fallamos en reflejarles lo maravillosos, únicos e irrepetibles que son, acabarán siendo como un avión que despega con el tanque medio lleno. Sentirán ese vacío y tratarán de llenarlo con relaciones tormentosas y vicios. Tomarán cualquier ruta de escape para no sentir el tremendo vacío de no sentirse suficientes ni amados incondicionalmente.

 

Sí, así de importante es nuestro rol en el mundo. Mamás, papás y educadores, hoy tenemos el poder de transformar el mundo que dejaremos a nuestros niños con el simple hecho de elegir el amor, elegir conectar, entenderlos y guiarlos, elegir estar presentes y darles nuestro tiempo en vez de regalos, clases y objetos que los alejan.

 

Dejémonos que nos sorprendan por el milagro de su existencia única e irrepetible. Dejemos de actuar a través del miedo, miedo a que nuestros hijos no logren ser exitosos o llenen las expectativas de la sociedad, miedo a la opinión de los demás, miedo a nuestras propias emociones y limitaciones que nos llevan a controlarlos infringiendo más miedo que para nuestros hijos se traduce en miedo a perdernos y perder la conexión que tienen con nosotros, su TODO en la vida.

 

No regañes ni castigues, enseña. Sé la guía respetuosa y amorosa que tus hijos necesitan porque el amor siempre será la respuesta que los conduzca a expresar su grandeza.

 

El cambio está en el amor y la conexión.

El cambio está en ti y en mí HOY.

Con respeto y amor,

 

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