Amor con amor se paga
No puedo ni quiero quitarme la siguiente imagen del corazón… ¡nunca!
Es viernes por la noche de un fin de semana que nos toca recibir a los hijos de mi esposo. Nos encontramos todos reunidos en la sala, mi esposo con dos de sus hijos están sentados adelante de mí viendo una película. Mi hija está jugando con sus legos un momento, al siguiente le hace gracias a sus medios hermanos, después me canta “a, e, i, o, uuuuuuu” que estoy sentada en un sillón atrás, como custodiándolos a todos mientras trabajo en mi blog.
El hijo menor de mi esposo está acostado en el asiento frente al mío, se quedó dormido viendo la tele después de un día de jugar sin parar. Los volteo a ver y percibo a mi hija acariciándole la cara, me llama: “mamá”, me sonríe, ladea su cabeza y la recarga en su manita, indicándome que ya se durmió.
“¿Ya se durmió?”, le pregunté. Me contesta asintiendo con su carita. Se acerca de nuevo a él, le da un beso y lo vuelve a acariciar un par de veces más. Mi corazón se expandió del amor que vi a mi hija expresarle a su medio hermano. Me conmovió hasta las lágrimas ser testigo de que en el amor puro y la inocencia no caben los conceptos. EL AMOR ES.
Me siento tan contenta de comprobar que cuando sembramos amor en nuestros hijos, tratándolos con consideración y respeto, es amor lo que aprenden a expresar.
“Cuando crecemos sabiéndonos amados y valorados somos capaces de amar y compartir nuestra grandeza”