El poder del amor incondicional

Anoche, mientas cenaba con mi hija, me dijo: “Mami, ¿te acuerdas cuando me dijiste que para poder quererme tenías que quererte mucho a ti primero?”. Me tomó de sorpresa y me preocupó haber pasado el mensaje de que “no la quería tanto”, así que me apresuré a responder con una explicación:

 

Si mi amor, me acuerdo. Te amo con todo mi corazón pero, no puedo darte nada que no tenga, ¿correcto? El verdadero amor surge del amor propio, así que para amar a alguien con libertad, primero debo amarme a mí. Ese amor por mí, lo reflejo en ti. ¿Sabes qué es impresionante? que ese amor se vuelve mucho más grande, por eso te amo taaaaanto ¡y cada día más! Es como un globo de amor que cada día crece. Crece mi amor por ti y lo hago consciente en mi también”

 

Si estás pensando que seguramente no me entendió nada, déjame decirte que lo mismo pensé; sin embargo, no dejo de expresarme siendo real y auténtica con ella, confiando en que todo lo que digo lo entenderá cuando esté lista, de acuerdo a su nivel de desarrollo. La intención detrás de mis palabras sé que la entiende (tanto las positivas como las negativas).

 

Después de esa cena mi hija dijo algo que me reveló que en efecto entiende, y  retiene mucho más de lo que a veces creo que es posible.

 

Su respuesta me hizo sonreír y además, fue una lección preciosa, ¡me encantó!, y al mismo tiempo me confrontó con esas ideas realmente viejas, muy arraigadas que viven en mí por el sistema de creencias con el cual me criaron. ¿Estas lista para leerla?

 

“Me amo mucho, mamá”

 

Simple, pero llena de sabiduría y de realidad. De las cosas que más me marcaron fue verla saborear ese gran amor por ella misma, sin vergüenza, sin prejuicios. Se veía tan contenta de decirlo.

 

Me sonrió llena de amor a sí misma. Sus palabras fueron tan poderosas que sonreí de regreso, en silencio, pues no hacen falta las palabras cuando el amor habla por cada poro.

 

Era un espacio donde cualquier juicio empolvado sobre la idea de que “está mal amarte a ti mismo” (idea con la que crecí yo), se dispersaba como lo hace la oscuridad cuando se prende una vela.

 

Nos quedamos así un momento, conectadas al corazón, gozando el amor que cada una sentía hasta que se paró a jugar mientras yo la veía con lágrimas de agradecimiento al saber que estaba sembrando en ella lo más importante para mí, en mi rol como mamá:

 

“Que se ame tanto que pueda aceptarlo y expresarlo plenamente, sin vergüenza alguna”

 

¡Qué vida tan maravillosa va a crear mi hija! , pensé. Que Dios me dé vida para  compartirla juntas, para aprender de ella mientras la veo consolidarse y ser ella misma, día a día, ese ser único e irrepetible que adoro con todo mi ser.

 

La identidad de tus hijos se construye día a día con tu mirada, tus palabras y caricias. El amor propio es el resultado de ser amados y aceptados incondicionalmente.

 

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Compartir momentos de alegría, de amor tiene un gran poder, cuando lees o escuchas algo que te hace sentir mejoras tu estado de ánimo, tú Salud y eso se refleja, los demás mejoran contigo, así que si este mail te hizo sonreír, compártelo para que más personas sonrían una vez más el día de hoy.

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